Más que un pantano

Cuando uno oye "Everglades", evoca paisajes de juncos moviéndose en el agua, caimanes embistiendo y manglares en el horizonte. Pero lo que hay bajo su superficie -y lo que la ciencia apenas empieza a descifrar- revela una asombrosa complejidad: un sistema acuático vivo, un laboratorio natural, una cuerda floja ecológica.

El gran río lento
Flujo de hojas y geografía casi perfecta

Una de las claves para entender por qué el agua a veces parece clara (o al menos sorprendentemente no turbia) en los Everglades está en la forma en que fluye: no como un río profundo, sino como una "lámina de agua" que se extiende. Este fenómeno se conoce como flujo en lámina: el agua sale del lago Okeechobee y se desliza cuesta abajo, sobre un lecho de roca caliza casi perfectamente plano, con una pendiente de sólo unos centímetros por kilómetro.

Ese flujo extremadamente lento (por ejemplo, estudios antiguos muestran velocidades tales como 34 metros por día) hace que las partículas en suspensión, los sedimentos finos y los nutrientes tengan tiempo de sedimentarse, integrarse en el suelo o quedar retenidos en las comunidades biológicas antes de avanzar. La ausencia de corrientes violentas limita el arrastre de la turbidez.

Además, el lecho geológico es crucial: el subsuelo se compone predominantemente de caliza porosa y depósitos de sedimentos orgánicos (turbandas) que interactúan con el agua.



Microbios, perifiton y la fábrica microscópica del ecosistema

Aquí es donde entra en juego la "magia invisible". Los Everglades son, en esencia, un sistema mantenido por microorganismos. Las capas de perifiton -una densa mezcla de bacterias, algas, hongos, protozoos y restos combinados- cubren muchas superficies sumergidas y son uno de los principales motores bioquímicos del humedal. sumergidas y son uno de los principales motores bioquímicos del humedal.



Estas comunidades microbianas cumplen funciones vitales:

Ciclos de nutrientes: transforman el nitrógeno y el fósforo para que estén disponibles para las plantas y otros organismos.

Filtración natural: retienen partículas y contaminantes, ayudando a que el agua que sigue su curso se "limpie" gradualmente.

Producción primaria: muchas cadenas alimentarias acuáticas dependen de la biomasa microbiana (insectos acuáticos, larvas, pequeños crustáceos) que luego sirven de alimento a peces, anfibios y aves.

En los sedimentos hay otro papel misterioso: las comunidades anaerobias (microbios que viven sin oxígeno) que transforman los compuestos de azufre, metano, compuestos sulfurosos y otros gases.

Estos procesos pueden generar zonas oscuras y sulfurosas en el subsuelo, que a menudo no se ven pero que tienen profundas repercusiones en la química del agua.

Debido a este trabajo microbiano, muchos nutrientes quedan "atrapados" localmente o se transforman en formas menos móviles. Así, el agua que sigue avanzando tiene menos carga de sedimentos y partículas flotantes en suspensión.